miércoles, 6 de marzo de 2013

MIS DEMONIOS, LOS RATONES DE LA MEMORIA


La noche de los “neutrinos” me colocó al borde del abismo y aún no sé qué consecuencias pueda tener sobre mi vida. Llegar a esta estación del viaje me da pocas opciones para no poder intentarlo ¿Por qué no?  Sin embargo, no estoy convencido del camino que debo recorrer y tampoco si esto servirá para algo, razón de más para estar muy atento. Enfrentarse a los propios demonios supone un riesgo, especialmente cuando conozco algunos de ellos que, para más “inri”, sé que me aguardan. Viven en la oscuridad y están agazapados en cada rincón de mis galerías de la memoria, pero la mayor contradicción es que son ellos los que me han impulsado a tomar esta decisión.

 Mis demonios se remontan a edades muy tempranas, desde niño me peleaba con las contradicciones de este mundo, era difícil que aceptara condiciones sin estar de acuerdo con ellas. O las aceptaba voluntariamente, que eran las menos veces, o simplemente las rechazaba, siempre con habilidad, procurando que el intransigente fuera el contrario, así me fui fajando contra las felonías de una vida de escaparate. Tampoco me vi sometido a la cultura familiar y al de la educación formal, reconozco que no fui “domesticado” y mucho menos “domado”. Este rasgo de personalidad me ha acompañado siempre. He tenido continuas contradicciones y he dudado permanentemente ¡Vivo instalado en la duda! Este demonio me ha torturado desde que tengo uso de razón. Sin embargo, me ha servido para crecer desde la autonomía, reforzando un carácter sarcástico, burlón e irónico, con mucha guasa, en definitiva, me ha servido de aprendizaje hacia la libertad, libertad que me ha resarcido de los muchos defectos que padezco y también disfruto. Así reforcé mi actitud autodidacta, aunque me hizo ser un tímido solitario y, a veces, un solidario “limpia conciencias”, en definitiva un “homo clausus”, un “caribú” de la estepa, siempre en la frontera y en la contradicción. Pero

 ¿Qué elementos de “identidad” nos “identifican” en la “diferencia”?

¿Ha valido la pena todo este trasiego, para los otros?

¿Qué lugar ocupan ahora en nosotros mismos?

¿Ha supuesto algún cambio, han interesado para algo?

 Vivimos en islas separadas, sin el ánimo y la predisposición de aunar. A veces, parece que los espacios son siderales. Estamos suspendidos en el espacio y en el tiempo bajo la indefensión. La consecuencia es que la incertidumbre nos enturbia y  nos paraliza, por este motivo, cada día que pasa me siento más neutrino.

Desde hace años conocemos que los neutrinos son unas partículas que tienen masa, pero que es muy pequeña y muy difícil  de medir, sin embargo, están distribuidos por todas las galaxias del universo. Además, su interacción con las demás partículas es mínima por lo que pasan a través de la materia ordinaria sin apenas perturbarla. Es decir, yo como un “neutrino” dispongo de una masa que no se puede medir por insignificante, sin embargo, ocupa mucho espacio en mi conciencia que no es capaz de limitar mi relación con el mundo que me rodea. Es contradictorio que me genere más incertidumbre, pero puedo atravesar los espacios de mi entorno sin que puedan percibir mi existencia e, incluso, sin la capacidad de perturbarla yo mismo, aunque sea algo mínimo.

Los ratones de la memoria se alimentan de los recuerdos, sin embargo, en los primeros recovecos están  las galerías que se parecen a los “agujeros de gusano”. Es aquí donde se localizan los malos recuerdos, aquellos que confunden el tiempo con el espacio y donde los agujeros negros pueden hacer desaparecer a todo lo que se encuentran por delante, incluida la luz de los propios recuerdos.

El centro de un “agujero negro” es donde la curvatura del tiempo-espacio es máxima y donde ningún objeto puede sobrevivir.  Este es mi reto, escarbar en los recuerdos para dejar al descubierto todo lo que no queremos recordar. La expresión espacio-tiempo recoge entonces la noción de que el espacio y el tiempo ya no pueden ser considerados entidades independientes o absolutos. La relatividad  del tiempo ha tenido diversas comprobaciones experimentales y no seré yo quien lo demuestre, mi tarea es lo suficientemente complicada como para distraerme en teorías del universo, aunque sea el mío propio, prefiero jugar con mis propios demonios, que, al fin y al cabo, son de mi propiedad.