martes, 28 de mayo de 2013

¡VIVA LA MÚSICA!


¿Como esas melodías tan bellas y que me conmovían tanto, se podían escribir en un pentagrama? Esta era para mí una de las grandes incógnitas del “misterio” de la música ¿Cómo escribir un sentimiento, una emoción? ¡Era tan mágico! ¿Podría yo aprender la lectura de la música? Estaba dispuesto a conseguir este objetivo y justificaría todos los sacrificios para alcanzarlo. Mi apego a la música clásica fue tardío, lento, progresivo y marcado por el compás de mis sentimientos.
Cuando decidí darle un giro copernicano a mi vida a los 40, inicié todo un proyecto de cambio que me llevaría a comprender y amar la música aún más. Me matriculé en el Real Conservatorio Superior de Música de Granada, mis compañeros de clase de solfeo eran niños de diez años y aunque no me crean hice buenos amigos. A los dos años de solfeo inicié las clases de instrumento, eran individuales y mi relación con la profesora de violín muy profesional, aunque antes de dar clases en el Conservatorio, ya había tenido hasta tres profesores de la Orquesta Ciudad de Granada. Recuerdo un mejicano que me enseñó solo a coger el violín durante varios meses, para él esto era lo más importante, así como, sentir la música en las “tripas”, después desgraciadamente se tuvo que ir a su país. Otros profesores fueron el matrimonio polaco, Margarita y Joaquín Kopito, este último me ayudó mucho y conservo de él una amistad entrañable. Esta fue una etapa muy feliz de mi vida. Cambié de prioridades y pronto comprendí que hubiera pasado si cuando era un niño de 10 años y veía todos los días pasar por la puerta de mi casa a Moleón, un amigo de mi edad, con un violín bajo el brazo, hubiera yo podido estudiar música. Pero en aquella época era algo impensable, primero por la economía ya que valía dinero el violín y las clases. Mi familia era pobre de “solemnidad interior”, aunque no tanto de cara a la galería, pero además, esto de la música y, especialmente el violín era una extravagancia difícil de entender en mi entorno social.

Los momentos más felices relacionado con la música no fue, ni siquiera, mi tiempo para escuchar mis melodías favoritas, fuese en mi casa o en una sala de conciertos. Recuerdo con pasión y felicidad extrema el día que fui convocado como violín segundo en la orquesta de estudiantes del Conservatorio. El programa empezaba con el Canon de Pachelbel. Recuerdo que cuando me vi en el interior de la orquesta como “maestro”  esperando la orden del director tuve un “chute” de endorfinas que me hizo volar. En los dedos de una mano coloqué el arco en posición y cuando comenzó y sentí todos los instrumentos tocar, la música me envolvió como una ola gigante que entró por cada rincón de mi piel, penetrando y haciendo vibrar cada célula de mi cuerpo. Mi felicidad fue absoluta, así como mi desconcierto, en fracciones de segundo me vi perdido, quería disfrutar al máximo ese momento y me olvidé de la partitura. Me sentí espectador desde el ojo del huracán. Pronto recuperé la normalidad aunque fue difícil compatibilizar la técnica con las emociones, pero lo conseguí, ahí quedará en el recuerdo de los anales de mi pequeña biografía musical. 

También soy aficionado al jazz y para mí el jazz es la heterodoxia, no solo en la música, también en la forma de afrontar nuestra propia vida. Podemos hacerlo a través del orden, el control, lo previsible, la seguridad que nos ofrece una vida planificada y bien ordenada. O bien, nos podemos instalar en la imprevisión, el des-orden, la improvisación  y el caos. Somos tan contradictorios que amamos una cosa y la otra, el problema es la decisión de instalarnos en el lugar preferido en ese momento, podemos vivir en el orden y bucear esporádicamente en el caos, o bien, a la inversa. Estas situaciones no son antagónicas, todo lo contrario son las dos caras de la misma moneda, a veces necesitamos el orden y la preservación y otras el caos e, incluso, la auto demolición necesaria para renacer de nuevo.

En julio de 2010, en el Festival de Jazz de la Costa Almuñecar (Granada), Stanley Clarke y su banda junto a Hiromi nos introdujeron en una excitación aparentemente caótica, con una música dislocada e imprevisible, sin embargo, el ritmo, la composición y la técnica nos transportaron a la combinación de dos “elementos” reflejados en los instrumentos, la “tierra” y el “fuego”. El bajo y el contrabajo junto a la batería y el piano de Hiromi y el teclado de Sirota desplegaban todo un cúmulo de  sensaciones.

Reconozco que amo la disciplina, la armonía y el caos. Me gusta un concierto sinfónico, su boato, el orden, las normas y las reglas que los homogenizan, las actitudes de los músicos, altiva y, a veces, distante, ellos son los “maestros”. Esos trajes de pingüinos, sus miradas perdidas en el limbo de los dioses. No hay espacios para la improvisación, todo es protocolo, inmodificable bajo ninguna condición, queda en el atril con sus partituras. Pero también, amo el des-orden, la espontaneidad, la improvisación, la ausencia de etiqueta, la actitud cercana de los “músicos” en el concierto, los aplausos y sus interrupciones. En definitiva, amo la música.



lunes, 27 de mayo de 2013

La mezquindad del poder


 

 
Según el PP así se calcularán las nuevas pensiones (noticia del 26 de mayo de 2013)

 

"La comisión de “expertos” nombrada por el Gobierno para que el factor de sostenibilidad sea eficaz y que cuente con el apoyo social (?) “es preciso que las fórmulas sean fácilmente comprensibles” (?). Frente al sistema actual, en el que las pensiones suben (en principio) lo mismo que el IPC, los expertos (?) proponen ahora dos fórmulas nuevas que complican el cálculo:

La primera fórmula es bastante sencilla, el llamado “coeficiente de equidad intergeneracional de las nuevas pensiones”. Los pensionistas que se vayan jubilando con una esperanza de vida mayor (?) reciban una menor pensión inicial, lo que equivale en 2014 y 2015, a rebajas en la pensión inicial del 6% y del 12%, respectivamente.

Pero la fórmula complicada es la de actualización de las pensiones, la que afectará a pensionistas actuales y futuros (?). En lugar del IPC, se aplicaría una fórmula en la que la clave son los ingresos y los gastos del sistema. Primero se dividiría el crecimiento (en tanto por uno) de las cotizaciones previsto (1+g*l,t) entre el producto del crecimiento del número de pensiones previsto (1+g*P’t) por el incremento previsto en la pensión media (1+g*pms’t) por el efecto sustitución. Ese coeficiente a su vez, se multiplica por un cociente entre ingresos y gastos (I/G) del sistema, con un exponente (alfa) entre 0 y 1 que marca el ritmo al que se quiera cubrir el desajuste o, en caso de superávit, la parte que se destina a mejorar pensiones y lo que va al fondo de reserva.

Pero la fórmula se complica porque la idea es aplicar esos factores no con el dato de un solo año, sino como una media móvil aritmética (*) o geométrica (’) ….En la fórmula de los expertos, el IPC ni está ni se le espera, salvo como techo en tiempos de bonanza. Por eso, esta fórmula sería una revolución. Las pensiones dejarían definitivamente de tener garantizado su poder adquisitivo"

 ¡Bien PP bien!
¡Manda cojones! Estos son los políticos que elegimos para defender nuestros intereses y bienestar ¿Hay mayor cinismo? ¿A quién pretenden engañar? ¿Acaso piensan que somos unos lerdos, que no nos enteramos de las cosas? Pero, ¡Que cachondeo es este! ¡Qué poca vergüenza! ¡Qué falta de respeto! y que poca dignidad “cristiana” de un partido que se “come los mocos” con la conferencia episcopal española que solo le interesa salvaguardar sus privilegios antes que defender a los más humildes y desprotegidos ¡Asco, me da asco! Esta situación es inaguantable, especialmente cuando el Gobierno de “todos” nosotros protege, ampara y ayuda económicamente, con nuestro dinero, a los banqueros, mercados, corruptos y demás “tiñosos” de aparente humanidad y misericordia. ¿A quién pretenden confundir? Son tan idiotas que piensan que la función del político es mentir y engañar todos los días como si fuéramos unos palurdos. ¿Esta es la política? ¿Así son los políticos de derechas de nuestro país? Pues están muy equivocados, quizás se han confundido con la España de la postguerra, la del hambre, la analfabeta, la desesperación, a la cual nos pretenden hacer volver, ¡Pero NO, no lo vais a conseguir!

Como la derecha española tiene un caminar torpe, suicida y destructor y si ellos se quieren suicidar, no os preocupéis ¡Nosotros les vamos a ayudar! Que se vayan culturizando en la poesía ¡Hala, a galopar, a galopar!
Las tierras, las tierras, las tierras de España,

Las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!


A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!


Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

sábado, 25 de mayo de 2013

PIEL DE GALÁPAGO Y CONCIENCIA DE CARACOL


A ras de suelo, arrastrándote, sin levantar la mirada ni un palmo sobre el terreno, esa es tu visión del mundo. Piensas que solo existes tú y que no hay una perspectiva diferente a la tuya. ¡Pobre infeliz!, no conoces el vuelo del pájaro, la felicidad o el dolor de la conciencia. Nunca pudiste ver las estrellas, ni el sol, ni la luna. Tu mundo está encerrado entre la tierra seca, bajo las heces de las vacas y de cabras que confundes con tu universo. No tienes destino, no sabes donde volver después de un día de fatiga. Comprendo que ir arrastrando tu pesada carga no tiene ninguna recompensa, pero te es indiferente, no piensas, no sientes, no padeces.

La ausencia de conciencia no te previene de tu degradación, la piel de galápago no te ayuda a reconocer y a sentir la cercanía de posibles alternativas. Estás solo, pero no sabes que estás solo. No distingues la luz de la penumbra ni como es una escalera de caracol, nunca podrás escribir en los peldaños de una escalera, sin embargo, alguna vez fuiste hombre creado por ti mismo, un hombre que sufrió una mutación y perdió la naturaleza humana, la cultura, la mente, el leguaje, pensaste que era un paso adelante en tu evolución, así comenzó tu problema de identidad. Se acabó tu capacidad artesanal de homínido avanzado.

Tu evolución cambió de rumbo, alcanzaste la “perfección” del “homo clausus”, del hombre postmoderno, desocializado de la vida humana, ahora, en este momento ya eres insociable, autosuficiente, independiente, pero sin conciencia, tan inteligente como un caracol. El cambio sí ha sido posible, no ha sido una ilusión de los sentidos. El paso del tiempo transformó tu imagen dualista, como tu piel de galápago, perdiste la mente y el alma y, solo te quedó, el cuerpo y la materia ¡Enhorabuena! Aunque preferimos alejarnos de ti, no te seguiremos en tu transformación, ¡No queremos atravesar los límites de la conciencia!
 

martes, 21 de mayo de 2013

UN PASEO POR LAS NUBES


Recuerdo que para transmitirles a mis hijas la magia de la música les conté como, a través del viento, las notas musicales podían atravesar y mover  nuestras emociones y sentimientos como si fueran simples “neutrinos”. Además, difícilmente, se podían explicar todas las sensaciones a través de las palabras. La emoción llegó más lejos de lo deseado y comprendí, a través de la música, la pesada carga de la vida, del dolor acumulado de toda la humanidad desde el origen de los tiempos. Quedé atrapado en el cuento y este se aferró a mi garganta impidiéndome continuar. Me inundó una tristeza infinita pero, al final y al ritmo del compás, se produjo la magia, todo el dolor y la aflicción se transformó en consuelo y felicidad. La ilusión y el optimismo se transformó en una gran esperanza hacia un mundo nuevo y que, a pesar de todo, se encontraba dentro de nosotros mismos, aunque tuviera la sensación de que estaba fuera de este mundo, dando un paseo por las nubes.
¡La música toca sentimientos muy diferentes y tan distintos de unas personas a otras!
Esta es la magia del pentagrama. Con símbolos se mueve pasiones y desgracias. Una sinfonía, un concierto, un preludio o un minueto no son únicos, son universales, distintos para cada oído y corazón que lo escuche y lo sienta. Afortunadamente, ante la música no somos todos iguales, no hay homogeneidad, ni isomorfismo como tanto anhelan los “apóstoles” de la globalización. Este territorio no es una “aldea común” es patrimonio exclusivo de nuestra libertad, nadie puede colonizarlo, nadie puede introducirse en él que nosotros no queramos. Es nuestro espacio, invulnerable, inmune a cualquier contaminación exterior, invencible al desaliento “inducido”, libre como nuestra razón a pensar y sentir todo lo que anhelamos.
¿A qué pieza musical me refiero? Aunque son muchas las melodías que me remueven el alma, ninguna como esta me provoca un gran estallido en mi conciencia. Cada vez que la oigo me conmueve como la primera vez, como si no la hubiera oído nunca. Es extraño el efecto que me produce, parece que algún neutrino musical se escapa y toca el gen adecuado de la “desolación” y la “esperanza”. Se trata del segundo movimiento -Adagio- del concierto en La mayor para clarinete y Orquesta, K. 622 de Mozart. Esta fue la última obra de grandes proporciones del autor y que escribió pocas semanas antes de morir. En esta época ya estaba muy enfermo y vivía en la pobreza. Algunos críticos dijeron que era una pieza musical sin ningún sentimiento, no apreciaron en ella ni pena, ni resignación. Es insólito que un genio como Mozart, enfermo y viviendo en la indigencia, ante el presagio de su muerte, escribiera una obra trivial, ¡Todo lo contrario! el carácter íntimo, la riqueza de su melodía y el rigor del contrapunto hacen que este adagio sea una de las obras más sublimes de Mozart.
Una de las sensaciones que tengo al oír este adagio es la de una gran polifonía. El contrapunto simultanea los instrumentos de la orquesta. Imagino un gran foro atemporal de los ciudadanos del mundo reunidos y debatiendo acaloradamente sobre la humanidad. Los instrumentos, bien superpuestos o individualizada mente de cada uno de ellos: el clarinete, protagonista, sujeto y objeto de esta historia; los violines, violas, violoncelo y contrabajo; las flautas, los fagots y las trompas. El carácter íntimo de la melodía me transporta a otra dimensión donde todo se empequeñece. El desapego de lo material y de lo instantáneo me provoca un distanciamiento que me ilumina la conciencia y me da más esperanza. Así es y así lo cuento. 
Comienza el fagot destapando la “caja de Pandora” (Pulsa el Play)
Me imagino llevando a cuestas una pesada carga. Escalo lenta y fatigosamente una gran pendiente que parece ser la de los “presidiarios”. Tengo el mal presagio de que todos los malos actos del mundo acarrearán nuevos males y nuevas desgracias. El lastre se hace cada vez mayor, insoportable. Me siento responsable de todos los grandes infortunios de la humanidad a través del tiempo. Mi desamparo es infinito. Lo más doloroso no es el pasado, que lo es, sino mirar el tiempo reciente. Parece que el hombre ha sido y es poco recomendable para el amor y la solidaridad. Es difícil ser optimista en estas circunstancias. Después de oír el lamento de nuestro amigo el fagot, el coro de la orquesta repite la melodía, la angustia va in crescendo y hay pocos motivos para el entusiasmo.
El desconsuelo del fagot es inaguantable, el peso de arrastre paralizante y el dolor insoportable. Sin embargo, existe el deseo y la fuerza de salir de este agujero. De pronto,  se produce un cambio en la melodía ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo superar esta angustia? Entonces los “compañeros de cuerda” lo alienta ¡Ánimo! ¡Juntos podremos! De nuevo el abatimiento, la desesperación, la impotencia. Pero todos le recordamos que no está solo, que el camino y la superación serán difíciles, pero al final nacerá un nuevo mundo, una nueva vida donde la cualidad de la condición humana renacerá. La esperanza vendrá de la mano de la bondad, del altruismo, de la compasión hacia nosotros mismos, somos dueños de nuestra crueldad pero también de nuestra condición de humanidad.
El tercer movimiento del concierto de Mozart, Rondo: Alegro, es un canto a la esperanza, a la vida, a un mundo nuevo con aire de fiesta. Repetimos insistentemente que  ¡Entre todos podemos!  ¡Abajo el desánimo! ¡Agarremos fuertemente las crines del caballo blanco de la esperanza!

viernes, 17 de mayo de 2013

EL ÚLTIMO VIAJE EN TREN


Caminaba entre alamedas con dirección a la estación de trenes. Era una noche muy fría que calaba los huesos, parecía que miles de cristales de hielo se introducían a través de los poros de mi piel. El vapor de la respiración me acompañaba como una nube sobre mi cabeza y mis pensamientos iban distraídos en sus asuntos. La oscuridad de la noche me abandonaba a los demonios de las tinieblas, ya que el olor que me llegaba de la arboleda era de azufre. Por un momento pensé que había errado de vereda pero no, no estaba caminando hacía las calderas del infierno, era el hedor de la emanación de las aguas sulfurosas que provenían de las termas milenarias de  Madinat Ilbira.

Aceleré el paso para salir de este bosque amenazador. Muy pronto divisé el edificio de la estación y sentí un gran alivio al verme fuera de su influencia. El tren había llegado a la parada de la estación, pero mi sorpresa fue grande al comprobar que no había nadie para subirse en él. El silencio era desolador, sin embargo, caminé con firmeza y seguridad para subir a uno de sus vagones. Una vez en ellos, mi angustia desapareció, era como volver a mi casa,  a mi habitación, era confortable y me daba seguridad.  

A los pocos minutos el tren se puso en marcha, me senté en uno de sus asientos y comprobé que yo era el único pasajero de ese vagón. ¿Dónde estaría la gente? Me extrañó y me dirigí a otros vagones para comprobar porqué en el mío no había ningún viajero, sin embargo, todo el tren iba vacío. Comencé a inquietarme y miré a través de las ventanas, la estación estaba desierta. El ritmo del tren era muy lento pero a los pocos minutos ya estaba en medio del campo. No sabía qué hacer, me encontraba muy inquieto y el tren ya no era el lugar acogedor que conocía. Miraba de un lado a otro y comprendí que estaba preso en el tren, intenté saltar al exterior pero la velocidad ya era muy rápida, y mi desasosiego iba en aumento. Podría estar dentro de un sueño porque no recodaba la razón que me motivó hacer este viaje y tampoco conocía su destino.

Todo era muy extraño, no estaba viajando en un tren moderno porque este ferrocarril era muy antiguo, tenía asientos de madera y se agitaba como si fuera sobre las olas. De pronto, pude observar, a través de los cristales, una gran columna de humo negro que procedía de la máquina ¡Era un tren de vapor! ya estaba claro ¡Estaba viviendo una pesadilla! ¿Sería este mi último recorrido? ¿Hacia dónde me llevaría? Todo era muy confuso, y comprobé que no había llevado equipaje, ni siquiera una bolsa con comida, solo mi abrigo y un sombrero. Quien quiera que me invitara a este viaje conocía que no iba a necesitar nada.

 
Atravesé todo el tren y me dirigí al maquinista, este me podría informar sobre lo que estaba pasando. Cuando llegué comprobé, a través de los cristales, que era una persona mayor con una gorra de plato. Su cara era familiar, me recordaba a mi abuelo. En ese momento me habló, ¿Qué tal, cómo estás? Pues yo, muy bien, recuerdo que estaba acostado en mi cama y al poco rato me encontraba en este tren. No te preocupes, te he llamado yo, quería contarte que este es mi último viaje. Hemos aguantado mucho pero al final, nos han vencido, perdimos la batalla que comenzó hace muchos años. ¿A qué batalla se refiere? Pues, a que batalla va a ser, a la de los “señoritos”, los que celebraron con gran júbilo la llegada de la primera máquina y los mismos que la desahuciaron cuando dejó de ser su transporte de “élite” y aparecieron aquellos carros de cuatro ruedas con un motor de combustión a cuestas.

Han sido muchos años de resistencia, pero, hoy día, es imposible luchar contra enemigos tan poderosos. ¡Esas máquinas, endiabladas, están por todas partes! Incluso en las ciudades, todo se ha diseñado para ellas, las calles, los puentes, los campos, todo, absolutamente todo. Bueno, no me negará usted que no nos podemos oponer a la modernidad. Sí, sí, llevas razón, pero yo creo que cuando el ser humano es capaz de crear algo tan bello debería protegerlo y dejarlo para el disfrute de millones de personas.

Un tren es algo más que una máquina, ha representado tantas cosas que, viajar era la ilusión de la aventura, del placer de observar el paisaje, tantas y tantas cosas, que se están perdiendo y diluyendo en el olvido. Dentro de pocos años todo quedará en el recuerdo y podremos ver sus esqueletos en el suelo, como pasa en algunas ciudades con los trozos de raíles de los tranvías esparcidos por las calles. Pues, ¿Sabe usted? Hoy no es un gran día para el ferrocarril, a veces pienso que los humos y el ruido forma parte ya de nuestras vidas, parecen el alimento perverso que algún día nos destruirá. La noticia que le voy a dar no le va a hacer ninguna gracia, nuestro Gobierno ha tomado la determinación de eliminar 48 líneas de la Renfe, el 32% de la ya escasa flota de  ferrocarriles, curiosamente son los que ayudan a cerca de dos millones de personas a desplazarse. En esta política de “austericidio” dicen que van a ahorrar más de 14 mil millones de las antiguas pesetas.

Nos miramos fijamente a los ojos y con tristeza nos despedimos. Al poco rato me desperté del sueño y pensé, con gran alivio, que todo había sido una pesadilla, pero sí, todo había sido una alucinación, salvo el brutal recorte que perjudica, de nuevo, a los más humildes, a los más necesitados. También me he despertado con la noticia de que ha aumentado la pobreza en España un 8% en los últimos cuatro años. Más gente que van al saco de los pobres de este país. Además, afectan al futuro, porque sobre todo son jóvenes y familias con niños. Las desigualdades sociales van para arriba, como los mejores, un 13% más.  Pero vosotros, los poderosos, los financieros de nuestras almas, no sufráis, nunca vais a tener este problema, porque siempre podréis viajar por tierra, mar y aire.

martes, 14 de mayo de 2013

ADIÓS A LA “EXCELENCIA”


¿Por qué jubilan de una tacada, en la Comunidad de Madrid, a tanto talento junto? Se trata de médicos, Jefes de Servicio de hospital con más de 30 años de experiencia, a los que nadie les ha preguntado si ellos prefieren continuar trabajando ya que están en plenas condiciones físicas e intelectuales. Qué gran paradoja, los mismos políticos que nos invitan a jubilarnos a los 70 años, contradicen su acción política al decidir, en este caso, todo lo contrario. Pues bien, ¿Cuál es el misterio que se oculta detrás de esta medida? Yo no me considero un “lumbreras” pero intuyo que, esto es una medida política de gran alcance que, va más allá de lo que parece. Si al mismo tiempo que despiden a médicos de alto nivel, que no pueden ser sustituidos por becarios, contrataran en su lugar a personal nuevo, podría entenderse, pero esto no es así ya que las plazas son a extinguir. Las consecuencias que provoca esta medida es muy clara, el deterioro de la medicina pública a favor de la privada. Poco a poco se va degradando un modelo para engordar al otro. Considero que hay otras formas para que ambos sean compatibles sin que se fagociten entre ellos.

En resumen, la EXCELENCIA está tocada de muerte, claro que la excelencia no se ha creado para el pobre. Que fácil resulta destruir un modelo que ha costado años de esfuerzo y  de buena praxis. Las desigualdades irán aumentando y los que se  queden rezagados caerán fuera del sistema. Pero parece que no les importa la condición humana, para ellos existe otra forma de alcanzar la santificación y es a través del esfuerzo orientado al enriquecimiento aunque, para eso, tengan que empujar al infierno a otros que no se merecen  esta “gracia divina”.

El Roto
El ataque a los derechos humanos no solo afecta a la sanidad. La educación, la cobertura social, la dependencia e, incluso la propia democracia, también están damnificados. Pero no debemos “sobresaltar” a nuestros “apóstoles” que nos custodian con tanto amor y entrega. Y como yo nací, igual que tantos otros, programados para la compasión y el perdón ¡Les voy a dar una buena noticia!  Va para ellos, para los políticos que nos gobiernan con tanto celo. Que no tengan miedo. El Gobierno puede aceptar e imponer las nuevas restricciones que nos “recomienda” Bruselas. Aunque en los próximos años aumente la pobreza y el hambre no hay que preocuparse porque la FAO (Naciones Unidas) "insta a comer insectos contra el hambre que tienen tantas proteínas como la carne y su producción es más barata" (publicado el 13 de mayo de 2013). Podemos estar contentos porque en España nos sobran moscas y mosquitos para engordar a decenas de miles de familias.

Pero lo lamentable y especialmente importante, por su desgracia, es la percepción que tenemos los ciudadanos de nuestros políticos, los que nos gobiernan y también de la oposición. Metroscopia  ha publicado un sondeo donde del 60 al 87%  de la población desaprueban tanto la gestión política del Gobierno como la de la oposición.

¿Qué tendrá que pasar para que la “paz social” sea el número uno en las prioridades políticas?

Estamos viviendo en España “años de plomo”. Tardará mucho tiempo en recuperarse lo que se está perdiendo en un solo año. Las consecuencias se perciben ya y no solo por la “crisis económica”. Hay que llamar a las cosas como son, por su verdadero nombre. Estamos asistiendo a una “crisis global”, a un mundo que ha perdido sus referencias de humanidad, a un egocentrismo tan egoísta que valora más el bienestar material que el sufrimiento ajeno, este pragmatismo se ha convertido en el litmotiv de su propia ideología. Pero el resto de los ciudadanos necesitamos agarrarnos a la justicia, no podemos levantarnos de la depresión cuando afecta a tantas cosas, a lo social, a la política, la ética y, como no a la economía. La situación es tan grave que, los viejos sabios de nuestra sociedad, dicen que estamos viviendo una época de postguerra, incluso con  víctimas, perdidas y esparcidas por la ciudad, deambulando como zombis sin protección, sin cobijo y sin ilusiones en el futuro.

Esta situación social me recuerda la España de los años de la dictadura, un país gris que vivía asustado y con mucho miedo. Desgraciadamente, después de tanto tiempo estamos recuperando la conciencia de la “culpa”. Todo lo que sucede se debe a nuestros excesos, tenemos lo que nos merecemos. Sin embargo, los profetas y los apóstoles del “becerro de oro” nos mandan arengas continuamente como que con fe y con esperanza en dios saldremos de los problemas, tampoco podemos perder la ilusión” porque pronto nacerá un nuevo día donde todos seremos felices. Pero a los que nos guiais, no os preocupéis, porque ninguno de vosotros pasará hambre. En este mundo de los elegidos, el reino “dorado” os pertenece. Pero os avisamos que la gran “muchedumbre” de ociosos paraos trabajadores, se está cansando. Estamos hastiados de las mentiras y “nuestro sacrificio no será vuestra felicidad”.

La injusticia social nos inunda y nos ahoga cada día. Mientras tanto, estos “meapilas”, nos dicen que su esfuerzo lo hacen por nuestro bien, esta música me suena de algo. ¿Por qué, lo que hoy, creemos que son nuestros derechos, nos dicen que son EXCELENCIAS y LUJOS que no nos podemos permitir? Esta situación me produce un gran desasosiego. Los recuerdos me inquietan. Es verdad que en la postguerra la vida era mucho más sencilla y, a pesar de esto, disfrutábamos con las pequeñas cosas. Se vivía con muchas penalidades pero, hasta las cosas más insignificantes, nos despertaban la alegría que nos hacía amar lo cotidiano, las pequeñas cosas. Pero que no nos cuenten que esa sea la vida que deseamos ¡No os engañéis! ¡No nos vamos a resignar!  

sábado, 11 de mayo de 2013

DE OFICIO ESCRITOR


Quien iba a decirme a mí que a la “vejez viruelas” iba a estudiar para el oficio de escritor. A lo largo de mi vida laboral y/o profesional he transitado por muchas veredas y, en algunos casos, auténticas autopistas, aunque debo confesar que las aventuras más satisfactorias y placenteras tuvieron lugar en los caminos rurales donde aún no había llegado la modernidad y mucho menos el asfalto. Recuerdo aquellos años cuando fui médico de pueblo y me desplazaba en una especie de burro mecánico para llegar a lugares casi inaccesibles. Cuando entraba en la aldea, hacía sonar la bocina para avisar a los vecinos de mi llegada, al igual que hacían otros vendedores ambulantes, como por ejemplo: el panadero, el afilador, el cartero o el reparador de muebles. En mi caso, un solo viaje valía por dos, ya que hacía funciones de médico y de boticario y en un cortijo que, amablemente me cedían, organizaba en una habitación la consulta y en otra la farmacia.

En los años setenta, compatibilizaba mi poca experiencia en medicina rural que me ocupaba parte del verano, con el trabajo en el hospital. Desarrollaba mis tareas en cinco pueblos simultáneamente, en dos estaba toda la semana y en el resto, lo hacía a través de viajes a días alternos. Estos desplazamientos suponían una experiencia fantástica y rozaba casi la ficción. Tenía la sensación de realizar un viaje en el tiempo, era como si atrasara el reloj más de un siglo. Solo había cambiado una cosa y era el pequeño arsenal farmacéutico que transportaba (la industria del sector actuaba ya como los fabricantes de las lavadoras) y, cómo no, el gran avance de los antibióticos que tenía en mi botica. Por lo demás, me sorprendía mucho la sencillez de estas personas que vivían tan aisladas de la modernidad y que estaban  impregnadas de una pobreza tan generosa que, en más de una ocasión, me ruborizaba.

El viaje que hacía para desplazarme a los tres pueblos de la serranía, era inolvidable. El contacto con la naturaleza, casi virgen, me renovaba con grandes dosis de “iones negativos”. Es difícil describir todos los paisajes, colores y olores que aún perduran en mi memoria. Recuerdo el color rojo del campo cuando aún los herbicidas no habían acabado con las amapolas y con el resto de la vegetación. El sonido ambiente más habitual era el del canto de los pájaros, hasta que los biocidas y el DDT lo apagaron sustituyéndolo por el silencio. El aroma de la tierra mezclada con el tufo a estiércol, no me resultaba nada desagradable, especialmente porque en la facultad  nos enseñaron a diagnosticar los olores, ya que hay enfermedades que huelen de una determinada manera, como el olor a paja mojada, a manzanas o el de la misma  orina. En este periodo de mi vida, pude aprender de la sabiduría de los viejos del lugar, tanto o más,  que en la propia facultad.

Cuando volvía a la ciudad y a mi hospital, el cambio era muy perturbador y me producía cierto estremecimiento ya que tenía que enfundarme, de nuevo, en una  “casulla” diferente, la de la “excelencia” y la tecnología. De nuevo, un viaje de retorno  en el túnel del tiempo. El contraste era tan grande que, a veces, me desesperaba y quería volver, de nuevo, a las tripas de la tierra, a nuestro pasado más remoto, a nuestros orígenes, pero era imposible, estaba diseñado y programado para ser un humanoide. El doctor Frankenstein, mi maestro, me reclamaba ante un mundo feliz y cibernético, donde el control y la programación permitían colonizar el futuro. El salto era espectacular porque se viajaba al siglo XXI en un “plisplás”. Además, La Unidad donde trabajaba parecía una auténtica cápsula espacial, llamada la “UVI”. Todos íbamos con trajes parecidos a los de los “astronautas” y el aparataje, respecto al que tenía en los pueblos era comparable a la diferencia de la época medieval a la guerra de las galaxias. En esos años, comenzaba a germinar la nueva tecnología punta y teníamos la fortuna de poder adentrarnos, con enorme curiosidad, en el interior del cuerpo humano. Los cateterismos de Swan-Ganz, los respiradores Bennett MA 2 cuyos instrumentos se parecían al cuadro de mandos de un Jet,  eran algunos ejemplos de un futuro esperanzador.  Algún día contaré todas las contradicciones que pude vivir entre estos dos mundos tan diferentes.

Sigamos con los saltos en el tiempo y volvamos al día de hoy. Después de los azares que he tenido que vivir y disfrutar, me planteo recuperar una vieja afición que tenía de adolescente, la escritura. Recuerdo que mi primo Enrique me introdujo en la lectura, entre otros,  de los existencialistas, cuando yo solo tenía 15 años y a partir de ahí empecé a esbozar frases con cierto sentido. Posteriormente cambié mi afición literaria por la científica, investigar y publicar trabajos  fue la ocupación que me hizo olvidar la literatura. Reconozco que el estudio y el trabajo de la medicina me “embrutecieron” bastante (esta dura afirmación podré explicarla en otro momento). Solo veía a través de un ojo, el otro estaba cerrado a otras sensaciones más mundanas y frívolas, pero más gozosas. Pasaron muchos años para que recuperara parte de lo perdido y fue al cumplir los cuarenta años cuando me decidí  matricularme en el Conservatorio Superior de Música para estudiar violín.

Ya sé que el oficio de escritor es muy difícil y meritorio, pero me ha proporcionado muy buenos momentos y otros no tanto, incluso de cierto sufrimiento, algo parecido a cuando estudiaba cuarto de violín y es que, si no me salía una nota perfecta me inquietaba bastante. Igual me sucede ahora, si no encuentro la palabra correcta sufro una pequeña transformación y, durante un momento, se me queda cara de tonto. A veces, mi desorientación no tiene límites porque la duda me persigue continuamente. Y es que las incertidumbres son mis señas de identidad y, a veces, me pueden transportar a otra dimensión, bien a un mundo virtual paralelo o al universo de los “alelaos”, o sea, a mi “mundo interior” que es lo mismo que a ninguna parte, donde anidan los ratones más activos de la memoria.

Este oficio, donde trabajo de becario, me facilita la creación y el entretenimiento, aunque a veces este viaje me lleve a la contradicción y a tener algunos recelos cuando me pongo delante del ordenador. Sin embargo, a pesar de todo me siento comprometido con esta aventura y tengo muy claro que no espero resultados espectaculares. Mi destino es el “tránsito”, por lo tanto, el “movimiento” y la “comunicación”. Sólo me ocupo del trayecto, que ya es suficiente.

jueves, 9 de mayo de 2013

“LA MUERTE TE SEÑALA CON EL DEDO”

Estaba paseando, plácidamente por mi barrio, cuando de pronto me encontré con un personaje muy particular, era la muerte con su guadaña. Al pasar por su lado me quedé observándolo y pensé en la estrategia de marketing de esta “efigie callejera”. Es curioso como la imaginación humana no tiene límites. Quizás, esta ingenua estatua, creyera que con su atuendo podría despertar en los turistas un sentimiento de misericordia y compasión para que se descargaran algunas monedas de sus bolsillos. Me extrañó y observé un viejo gorro negro donde estaba depositado el dinero y en él solo había calderilla, pero ¡Oh sorpresa! entre las monedas rubias se encontraba una muy reluciente de dos euros. Este donante, tan generoso, quizás se la dio para no desagraviarla y que pudiera pasar de largo por su lado sin que se fijara en él. Si eres un poco aprensivo te genera cierta inquietud al ver este espectro, es algo parecido a cuando te cruzas en la calle con un gato negro. ¡Qué mal rollo! No es agradable encontrarte a la vuelta de una esquina con la muerte, aunque todos tengamos que abrazarla tarde o temprano.

Las personas y los turistas que paseaban por la plaza, procuraban esquivarla y lo hacían caminando lo más lejos posible de ella, justo hacia la parte contraria. No es que hubiese miedo, solo era prevención. De pronto, pude observar que la gente que estaba en la plaza, se había fijado en mí y cuando me di cuenta, yo me encontraba solo frente a la muerte.

Miré a la estatua fijamente y mantuve la mirada durante varios minutos, la persona que iba disfrazada bajo esa túnica negra se puso un poco nerviosa y comenzó a moverse, cambiaba de postura y la guadaña la pasaba de una mano a otra. Con vehemencia y cierta frialdad, le dije: ¡Tú no sabes lo que estás haciendo! De nuevo hice una pausa de silencio y a continuación ¡Estás ocupando un lugar muy peligroso para ti! Esta situación consiguió ponerlo aún más inquieto. Continué con mi relato ¡Que sepas que estás bajo el arcángel San Miguel! Y es, nada más y nada menos, que el Jefe de todos los Ejércitos de Dios, así que tú sabrás con quien te estás jugando el cuello.
¡Ah! Y seguro que no conocerás las famosas plegarias a San Miguel Arcángel, hay una que dice: Príncipe de la Milicia Celestial, con la fuerza que Dios te ha dado, arroja al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos. Así que, no es por nada, pero seguro que con esa “pinta” que llevas te va a confundir con el maligno. Mira, en estos momentos veo al San Miguel Arcángel, lo tienes encima de tu cabeza y, además, tiene una espada en la mano derecha.
La efigie pasmada quedó atónita, miró hacia atrás y se destapó la capucha. El rostro que apareció era patético, se podía oler su miedo, tenía unas gafas gruesas de soldador, negras y redondas, junto a una máscara dorada que simulaba una calavera. Pero, ¡Hombre de dios! ¿A dónde vas con esa cara? La gente, cuando te vea, va a llorar, pero de risa.
Continué hablándole y le dije: Creo que estás perdiendo el tiempo, además de ser poco rentable. ¡Te estás jugando la vida, querido! Yo que tú cambiaba de estrategia, aquí la gente que pasa a tu lado te odia, te mira con asco y si pudieran te clavarían unas tijeras en el corazón. Te propongo un cambio de destino que, seguramente te reportará más beneficios, además de ser menos peligroso. Como sabes, más de la mitad de la población está muy descontenta y desengañada con la política y los políticos. Mi propuesta te va a servir para que la gente te vea de otra manera, con buenos ojos. Estoy seguro que cada día vas a llenar tu alforja con la solidaridad de los demás.
La respuesta fue el silencio, aunque ya conocemos que la muerte no habla nunca pero por sus gestos comprendí que estaba interesado en mi proposición, así que, le conté mi plan.
Se trata de innovar y de crear un nuevo “ESCRACHE”, sin violencia de ningún tipo. Hay que tener una actitud respetuosa y sobre todo muy digna. Sí, eres la muerte, pero debes ser defensora de los derechos humanos, la que nos iguala a todos, no eres inhumana y sí tan humana como la vida misma. Tu cuerpo debe de estar muy erguido, sin provocar en exceso, pero ¡Que acojone!  Tu trabajo sería ponerte ante los concejales, los alcaldes y los responsables políticos. Pero, tienes que hacerte muy visible, por lo que deberías hacer un letrero, bien grande y colocarlo sobre tu pecho y la espalda, debe decir con letra muy clara “SOY LA MUERTE”, de esta forma, como son personas muy cortitas, lo entenderán más fácilmente. Recuérdales a todos que tú representas la impermanencia, que la muerte es un acontecimiento natural, presente en la vida de todos los seres humanos y que no existe ningún hogar donde, alguna vez, no se haya producido alguna muerte, además, eres el lugar donde todos tenemos que ir algún día y de paso, lo más importante, procura que se enteren de la “MUERTE SOCIAL” de muchas personas que están condenadas al paro, la pobreza y algunos que incluso, la han pagado con su propia vida por los desahucios. Si todo va bien, yo calculo que, en un par de meses, puedes descansar para disfrutar durante algún tiempo de  un buen puñado de euros.
¡Qué! ¿Te parece bien? ¿Te has enterado? Pues ya sabes.
La estatua volvió a componer su figura, me hizo un gesto de complicidad y se tapó la cara con su gran capucha. Yo abandoné el lugar y le dejé un par de euros, por si las “moscas”…


sábado, 4 de mayo de 2013

ESTADO DE ÁNIMO


Esta mañana me senté en un banco a la vera del río Genil de Granada para descansar y me sorprendió ver,  frente a mí, un dibujo muy insólito. Durante unos minutos quedé abducido mirando la cara de este extraño personaje. Por unos momentos me vi en él reflejado como en un espejo. Me extrañó el gran parecido conmigo y cuanto más lo miraba mi inquietud era mayor. No dejaba de pensar en la persona que lo había pintado, sin duda era un gran artista y además, me conocía muy bien.
¡Por favor! Mírame durante unos segundos
¿Te recuerdo a alguien? Si no es así, tú te lo pierdes.
¿Qué hace este retrato aquí? ¿Por qué razón me habrán pintado en este pequeño monolito?
Sí, es verdad, cuanto más me fijo en él, el parecido es sorprendente, tiene mis ojos, mi nariz, mi boca y hasta una papada, aunque quizás cuando sea mayor esta se multiplique, ahora solo tengo una. Quien haya hecho este dibujo conoce muy bien las profundidades del ser humano.
¡Qué bien ha reflejado mis estados de ánimo! parece un tratado de psicología cognitiva. Son muchos los procesos mentales implicados en el conocimiento y en este retablo del rostro percibo la sorpresa, el cachondeo, el estupor y el asombro, el temor, la alerta, el miedo y, sobre todo, mucha guasa. Ahora bien, ¿Cual es el dibujo que está en la frente? No lo  reconozco. Parece que esta imagen puede tener  varias interpretaciones e, incluso, sentimientos; por ejemplo, yo veo claro que podría representar varias cosas, la más plausible, para mí, serían dos enormes tetas saliendo de mi cabeza o, bien puede ser unos labios frondosos muy enrojecidos, también un “conejo” tumbado. Aunque quizás sea un gran corazón el que ocupa toda la cabeza. Esto puede ser verdad porque en estos últimos años y después de conocer y hacerme amigo de mi nieto Pablo, mis pensamientos son más de cariño, de afectos, de amor; por esta razón, parece que el rostro de mi amigo de piedra está complacido y se siente feliz.
De pronto, parece que me está hablando:
¡Oye! ¿Tú que miras?
Parece que estás estreñido ¿La vida te va bien o estás pensando en esas musarañas podridas del pensamiento?
Mira, mi consejo es que no pienses demasiado. ¡No pienses! en la falta de moral de la “política”, ni en la falsedad de los “políticos”, ni en la pobreza y el paro que está destruyendo la cohesión social, tampoco en la corrupción, ni en los usureros sociales o los apóstoles de la banca, en las preferentes del "yo me lo guiso y yo me lo como", en la manipulación de los medios de la “santa compaña”, en los guetos y en los campos de concentración para la libertad, que cada vez son mayores ¿Para qué?
¡Coño! Ahora sí que te ha cambiado la cara, pero creo que por mucho que aprietes no vas a soltar nada. Hay que ser más práctico, para ser mi "clon" viviente eres un "tiquismiquis". 
¿Por qué no te tomas las cosas con más cachondeo? ¡Mírame a mí! Aquí estoy, empotrado en un trozo de cemento, sin poder moverme, ni articular palabra y sin conseguir mear después de estar  oyendo todo el día, el ruido del agua del río.
¡Pues sí, llevas razón! Siempre hay alguien peor que yo ¡Te acepto el consejo! A partir de ahora viviré como el geranio de mi casa, con muy poquita agua y luz, me conformo con casi nada para subsistir. Pensándolo bien y ¿Si permanecemos todos ocultos en los bunkers de la servidumbre? pronto se cansarán, la vida para “ellos” será muy aburrida, no habrá nadie que les ría las gracias, ni que los adulen, ni que les sirvan. Vamos a hacerles el vacío. Bien, bien, anunciemos una huelga de “brazos caídos en el silencio”. Actuemos como si estuvieran solos, hagámosle una Resistencia Pacífica Activa (RPA) ¿Quién aguantará más? Pero, eso sí, sin perder el sentido del humor, que nos vean felices, risueños, con mucha ironía y ganas de cachondeo, ¡Estamos jodídos, pero contentos!  
Os propongo hacer una bandera con mi cara, podríamos empapelar sus casas y todas las ciudades como un "escrache" gigante. ¡Viva el humor y la mala leche!






miércoles, 1 de mayo de 2013

UNA PEQUEÑA LUZ EN EL TUNEL.

Carta abierta a Agustín Martínez

Acabo de ver una pequeña luz en el túnel, pero una luz roja, no es un rayo dorado y blanco que ilumina la esperanza, a veces son esas pequeñas cosas las que nos alertan del peligro y que otras veces nos equivocan o nos hacen ver una realidad que no existe. Es una luz de alarma y de preocupación, especialmente cuando permanecemos impasibles ante los “fogonazos” que nos ciegan constantemente, parece como si fuéramos ciegos y sordos ante millones de imágines y con un ruido monocorde  que nos paraliza y nos aburre.

Esta luz se llama Agustín Martínez, un periodista audaz, valiente y atrevido de la cadena SER desde hace más de 30 años, despedido hoy por “ajustes presupuestarios” de la empresa (?). Sin embargo, a pesar de toda la movilización a su favor de los twitteros, desgraciadamente quedará en el recuerdo como un pequeño centelleo rojo que se apagará muy pronto. En unas pocos días o semanas se olvidará y nuestros queridos amigos y sus 6 colegas estarán jubilados prematuramente–al día siguiente de la noticia, la prensa escrita de Granada no se hacía eco -.

Querido Agustín: No me extraña que te hayan “lapidado” sin compasión. La cadena SER desde hace algún tiempo, ha ido frenando su máquina del tren con un giro suave de 90º a la derecha. En esta época de crisis profunda y grave, han adoptado la estrategia del avestruz, están agazapados bajo sus propias alas en espera de ver por dónde va a salir el sol tras esta larga noche de crisis y de “esperanza” para ellos. Estoy convencido que están tomando posiciones a favor del viento de la llamada “economía de mercado” donde el trabajo vale una “mierda” y el trabajador una “curda”. Pero tampoco les importa la “masa social” de los oyentes, en definitiva, no somos más que un grupo vulnerable y fácilmente controlable desde sus medios de comunicación. Pero ¡Os equivocáis! Después de esta guerra encubierta de paro, pobreza y llanto, la gente se levantará con los puños en alto y bien apretados.

 Cuando una empresa, como la cadena SER, prescinde de siete trabajadores, los más antiguos  y, claro, con las nóminas más altas, está dilapidando los recursos más valiosos que tiene, el conocimiento, la experiencia, la sabiduría; es decir, el activo más importante. Es una medida tan suicida que hay algo oscuro detrás y quizás sea un guiño a la derecha granadina que ha recibido la noticia con algarabía. Si esta es la política económica recomendable por la troika apostólica, ¡Actuemos ya! y eliminemos a los médicos más antiguos de los hospitales, a los mejores profesores de la universidad y de los centros educativos, a los mejores trabajadores de las empresas, ¡Viva el entusiasmo (para ellos) y la desesperación (para nosotros)!

Que esta pequeña luz roja nos encandile y nos despierte de la apatía, porque si no, cuando queramos responder será demasiado tarde.  Un fuerte abrazo.