sábado, 26 de octubre de 2013

EL MIEDO ES EL MENSAJE (II)


Estamos ante un nuevo orden mundial. Aparecen nuevos agentes, apóstoles de un  nuevo  “mercado” que nos evangelizarán en una nueva ideología. Cuando creíamos que el sistema estaba en una profunda crisis, renace como el ave fénix. Muchos pensamos, ingenuamente, que con la crisis del 2008 el modelo y el sistema economicista se tambaleaban. Teníamos ante nuestros ojos un cambio de era, de paradigma, y, en definitiva, la transición a una nueva era. Se podía vislumbrar un modelo más humano, que debido a sus excesos, incluso auto destructor se transformaba. Sin embargo, voilá, la “tecnocalipsis” sirvió para revitalizar el sistema y hacerlo aún, si cabe, más fuerte.

¿Quién hay detrás de este cambio? ¿Quién valora los límites? ¿Cuál es el papel del Estado? ¿Y de la Acción Social? ¿Por qué esta anestesia general y porqué la indefensión tan pronunciada? ¿Por qué lo económico ha llegado a ser determinante sobre lo político? ¿Qué papel tienen los políticos y quien les aconseja?

Es fácil de comprender que este  nuevo orden mundial quiera “ejecutar” al Estado de Bienestar; a que el debilitamiento de los Estados sea cada vez mayor; a que se pierda la soberanía de las Naciones para engrandecer el poder de los “mercados”; a que no haya políticas económicas y fiscales que entorpezcan el libre comercio de los mercados en el mundo; a que lo económico sea determinante sobre lo político y lo social; a que surjan nuevos Centros de actividad económica internacional, así como, corporaciones multinacionales como por ejemplo la OMC; a que haya una disminución de la “clase trabajadora” reivindicativa, así como, una desaparición de los sindicatos.

Este nuevo orden mundial es la nueva religión, la cultura del turbo consumo, la de la felicidad- exprés aunque esté herida de muerte, en definitiva, nuestra nueva ideología, donde el individualismo prevalece sobre la solidaridad. Para avanzar  en esta línea se impone un modelo único, monolítico de dominación cultural. Este modelo se define como avanzado, moderno, racional, desarrollado y civilizado, sus pilares son el individualismo, el consumo, la ley del más fuerte, la competitividad, la nueva cultura de masas y la eficiencia financiera. Para llevarlo a cabo es necesario homogeneizar la pluralidad y controlar las diferencias. Este es el nuevo orden. Está en grave peligro la biodiversidad cultural, no a la diferencia, no a los nacionalismos, la nueva cultura y la dominación ideológica, es evidente que las técnicas de comunicación y el poder mediático ayudan a que exista la rentable ficción de que uno es libre y pueda tomar sus propias decisiones (N. Elias).  Dejaremos de ser lo que somos y, además, nuestras señas de identidad serán transformadas en un modelo único, homogéneo, dominado por el imperialismo cultural que atravesará todas las fronteras y dará igual estar en Pekín, en  Bangkok o en Paris. En definitiva una cultura universal, única y hegemónica.

Son muchas la amenazas de la globalización, aunque también tiene efectos muy positivos, no solo perversos. Sin embargo, cuando hablamos de globalización nos referimos a la económica y no a la mundialización del desarrollo que, obviamente no está implantada socialmente. Estas amenazas generan una gran inseguridad, como por ejemplo: la económica, financiera, laboral, cultural, política, medio ambiental y de salud. Estas consecuencias no son solo producto de mi imaginación, sino de los informes de las Naciones Unidas. Sin embargo, estos aspectos no son objeto de la información plural e independiente, por lo que, estos cambios no se conocen suficientemente por la población. Son invisibles, probablemente porque no interesa. Es más atractivo pensar en una economía globalizada, cuyas oportunidades para hacer dinero son infinitas, especialmente cuando la libertad del capital es máxima, a pesar de todo, como la destrucción del medio ambiente, la inseguridad política o cultural, como es el riesgo de la extinción de otras culturas.

Un aspecto, para mí, muy importante, es la inseguridad de la política, de la “POLÍTICA” a lo grande, la de la actuación y defensa de los intereses generales y no la micro política, aquella que pretende desacreditar a las políticas y a los políticos. Es cierto que estamos ante una crisis de lo político. La gran cuestión es saber ¿Por qué se produce esta crisis? ¿Se trata de una crisis espontánea o controlada? ¿A quién le conviene el desprestigio de la política y de los políticos? En la era de la información, el poder mediático es enorme, su influencia sobre la población está garantizada, sus técnicas para modificar la cognición social está demostrada y, por este motivo, han surgido tantos canales de TV como hongos tras de la lluvia. Los intereses de cada medio son muy claros, tienen un trasfondo manifiestamente económico y en segundo lugar político. Las tertulias están a la orden del día donde la simplificación del leguaje, los escándalos de corrupción, llegando a identificar lo político con lo corrupto, el sensacionalismo, los políticos banales, serviles y mentirosos. Con todos estos ingredientes, los nuevos “evangelizadores”, ocupan el espacio y el medio de comunicación para sustituir al político y a las políticas.  Estas tribunas son privilegiadas, como por ejemplo, la radio o la TV.

El efecto de estos programas, planificados con anterioridad, es favorecer la desafección del ciudadano con el político. Se desacredita, a veces con razón, pero muchas no y, después, se pretende ocupar su espacio, democráticamente elegido por los ciudadanos, no me digan que esto no es un “golpe de estado” en toda regla. El siguiente paso, tras la desafección social de la política es hacerla desaparecer e instaurar una dictadura económica.

Hay que defender vivamente a la política, también a los políticos, aunque periódicamente halla que sanear la era. Sin embargo, hay que hacer más, ya que es nuestra seña de identidad es avanzar en la democracia participativa y real, no a la virtual donde no existe la acción social.

Pero ante las embestidas e impulsos de los medios audios visuales, el problema es que nos cogen siempre dormidos y como estamos tan ocupados en sacar la cabeza del fango no tenemos tiempo para pensar, para reflexionar, para disentir, para protestar, para contar como ciudadanos y no solo ser contados. Cada vez somos más receptores pasivos, menos protagonistas activos. Esta es la  nueva esclavitud (M. Zaragoza). Nos dejamos fácilmente dirigir, parece que estamos extraviados en este laberinto y necesitamos un guía. ¡Bingo! Esto es la cuadratura del círculo.

Estamos en el ojo del huracán, vivimos “el apocalipsis de la crisis”.

Sin embargo, y después de mucho meditar he llegado a la conclusión de que “la crisis era necesaria”. Es cierto que tiene efectos muy perversos y colaterales, sin embargo, por qué no podríamos aprovechar su impulso y su fuerza para cambiar la dirección de la nave.

Sabemos que la crisis es necesaria para instaurar unnuevo orden social”, orden que requiere un férreo control, por lo tanto, no se puede dejar nada al azar, todo debe estar bien planificado y ejecutado. Nada debería distraer su atención, hay que alcanzar el objetivo, aunque sea necesaria dar una vuelta de tuerca, o dos, o, incluso, más, ¡Eureka!  ¡Viva el efecto boomerang y la acción social! ¡A por la nueva estrategia!

Hay que tener en cuenta que mi visión sobre la realidad social es muy compleja, aunque soy un optimista, melancólico, pero al fin y al cabo, optimista. Sirvan algunos ejemplos para comprender que hay otros más optimistas que yo. Para N. Lhumann los sistemas sociales se auto regulan solos, así por ejemplo, la crisis de las vacas locas se hubiera resuelto espontáneamente al comprobar los efectos negativos de ese cambio, para volver al estado natural de las cosas. E. Morin, apuntaba que el exceso del desarrollo de las corrientes negativas podría transformar la realidad. La búsqueda de lo máximo y de la ganancia económica productivista daría lugar a la búsqueda de lo mejor y no el máximo beneficio. La globalización económica que, está degradando la biosfera, la extinción de la diversidad  biológica y cultural, la degradación de la calidad de vida, una economía depredadora con una disminución de las garantías sociales y consecuencias muy negativas sobre el empleo, junto a una falta de visión global de los problemas, ocasionaría un exceso de corrientes negativas, por lo que, con el tiempo, daría lugar a otras más positivas, como por ejemplo: civilizar a los ciudadanos y a las ciudades, salvaguardar la diversidad biológica y cultural, predominio del ser sobre el tener, una mayor conciencia global, solidaridad y una política de civilización.

El problema es que no sabemos, de producirse esta realidad, ni cuándo ni cómo será, pero lo que nadie me puede negar es que esto no sea un final feliz, como en los cuentos. Así que, si a nosotros nos están contando cuentos desde que nacemos ¿Por qué no contarlos ahora nosotros?

Érase una vez…. La globalización aumenta la competencia y lucha contra los oligopolios; el capital fluirá generosamente hacia los países pobres; bajaran los precios; habrá menos paro; evita la emigración forzosa; todos seremos ricos. Este es el cuento de las mentiras, pero ¿Cuál es la verdad? la globalización favorece el capital en prejuicio del trabajo; el impacto medio ambiental es mayor; hay más incertidumbre económica; la regulación y la corrección de las desigualdades es menor; La marginación aumenta y las desigualdades son escandalosas.

Así qué, ¿Nos conformamos con el palo y la zanahoria, o no?

Bien, después de este viaje astral ¿Volvemos a las trincheras? o ¿A campo abierto y a pecho descubierto? La globalización -económica- ha sometido a toda la sociedad mundial bajo su nuevo orden, con un mayor control de nuestras vidas y, también, de las fronteras. A este sistema el Estado le sobra, no necesita elaborar políticas, salvo su propia auto disolución, las relaciones de mercado y el anarquismo mercantil deben estar reguladas por ellos mismos. Estamos llegando a la meta, aunque los otros, los invisibles, los parias, seguimos en la salida y, casi sin darnos cuenta, ellos atraviesan la pancarta de la llegada con su premio en el slogan “capitalismo sin trabajo; más capitalismo sin impuestos” (U. Beck).

Y qué decir del trabajo, ¿Qué ha pasado con el pleno empleo? Y, las pensiones ¿Están aseguradas? ¿Los ingresos fiscales, están asegurados? ¿Quién podrá asegurar las políticas públicas, sanidad, educación, protección del medio ambiente, etc.? Parece que todo se desliza por una pendiente oscura o gris, como nuestro futuro. El trabajo es cada vez más informal, desmembrado, precario, parcial y, cómo no, flexible, podríamos fabricar hombres de goma con células madre para poder estirarlos hasta el infinito.

Este no es nuestro futuro ¡Es nuestro presente! Propongo una ¡Insumisión social! ¡No al miedo! No vamos a participar en este disparate. Este viaje lo hacemos todos juntos o de aquí no se mueve nadie. Necesitamos soluciones urgentemente.

domingo, 20 de octubre de 2013

EL MIEDO ES EL MENSAJE (I)


Vivimos una crisis “económica” que no tiene precedentes en la historia reciente de la humanidad; habría que remontarse a principios del siglo XX para comprender la dimensión del problema. Sin embargo, en el momento actual, en el segundo y tercer lustro del siglo XXI, los problemas, son mucho más profundos que la recesión económica. Estamos viviendo el fin de una era, de una cultura, que conlleva, al parecer, un cambio en los valores sociales con una depleción de principios éticos que nos han servido hasta ahora como guía para alcanzar una sociedad más justa e igualitaria. Hoy día, se trata de conceptos trasnochados y anticuados.

La cultura del “capital” ha sustituido a lo “inmaterial”, este es un concepto intangible, no se puede medir y no tiene ningún valor económico. Sin embargo, en la sociedad postmoderna la valoración del conocimiento y del saber se está asociando a una “cuenta de resultados”.  Todo debe ser objeto de mercancía, se le da un valor económico a la enfermedad, a la muerte, a la pobreza y, como no, a la propia vida. Desde el momento de nacer se nos tasa como un producto económico y dependerá del lugar de nacimiento, de las condiciones sociales, de la riqueza material del entorno, etcétera.

Con el paso de los años se ha ido devaluando la vida humana, como sucede con los enfermos, utilizando palabras muy significativas de desprecio a un “producto” que ha dejado su valor lucrativo, como por ejemplo: Este es un enfermo “desahuciado” o un enfermo “terminal”. O bien, el caso desgraciado de los ancianos/as que al dejar de ser objeto de consumo, desaparecen socialmente produciéndose la muerte social antes que la biológica.

La enfermedad, la muerte e, incluso, la pobreza nos interesan desde la perspectiva del producto, este ha de ser rentable. “La salud no tiene precio”, pero la enfermedad sí que lo tiene y a un precio muy alto. La muerte, es también una industria muy rentable y con una proyección en el tiempo prácticamente indefinida, hasta, probablemente, el fin de los días y si alguien no me cree que consulte los beneficios de Funermostra, una muestra comercial que se celebra todos los años alrededor de la muerte.

Es cierto que la economía ha sido y sigue siendo el motor de la vida política. Desde tiempos muy remotos el poder ha estado siempre concentrado en las mismas manos, sin embargo, han existido ciertos espacios libres de la transacción comercial. La realidad de lo material ha estado por encima de lo espiritual, incluso en una congregación religiosa, fuera del signo que fuera.

Con el paso del tiempo y tras largas y duras experiencias del ser humano durante el siglo XX parecía que había un cambio de tendencia. Paradójicamente el hombre se humanizaba y a mediados de siglo aparece la declaración universal de los derechos humanos, todo indicaba que, tras largas penurias, renacía la humanización y los valores que eran realmente importantes para nuestra vida. Pero otra realidad ha ido imponiéndose dramáticamente y se olvidaron las decenas de millones de muertes producidas en las dos guerras mundiales y en la multitud de conflictos bélicos locales, especialmente en el continente más pobre del mundo, el africano, así como los innumerables sufrimientos padecidos.

La solidaridad con nuestro vecino se disuelve como una gota de agua en el mar y, de nuevo, renacen las competencias y la indolencia hacia el más débil que, según la mayoría social, no hace más que recoger lo que se “merecen” por su insolvencia.

La distribución de la justicia ha sido muy caprichosa, siempre se dejaba caer hacia el mismo lado, era algo natural, divino y para ello nos ayudaban los gendarmes de la virtud que, a través de las creencias religiosas, nos situaban, como corderos abnegados, en la senda correcta. Dios nos lo premiaría, nos acogería en su seno y toda una serie de maravillosas promesas para “el más allá”. Pero, no caíamos en la cuenta del “más acá” y, cuando dejamos de ser niños comprendimos la verdadera intención del cuento. Nos hicimos adultos y pecadores, todo cambió y fuimos responsables de nuestra propia culpa, culpa que aún nos sigue atormentando, ¡Objetivo alcanzado!

Las grandes revoluciones, a través de la historia, han sido muy dramáticas y muy sangrientas, todos las temían, era un freno para toda la población, pero cuando desaparece el miedo se despierta el rencor, el odio y el desprecio.

El “castigo divino” se cierne sobre las cabezas de los incautos, que a la postre se expande como una epidemia.

¿Cuántas crisis y conflictos han sido inducidos y provocados a lo largo del tiempo? ¿Quién tiene la capacidad de control? ¿Qué oscuras intenciones están detrás? Y de todas ellas ¿Cuántas han sido descubiertas y yuguladas? Preguntas con difícil respuesta.

¿Y qué sucede cuando no percibimos el conflicto y la crisis?, en este caso no tendríamos que hacer, ni siquiera, el esfuerzo para negarlo, simplemente ¡no existe! Aunque estemos dentro del huracán no sentiremos ni padeceremos los efectos, pensaríamos que son unas turbulencias del mal tiempo, ya que sencillamente estamos ausentes. Esta epidemia silente cubre el objetivo, pero cuando nos demos cuenta será demasiado tarde.

¿Quién organiza y planifica el futuro? ¿Quién controla? ¿Qué tipo de anestésico utiliza? Debe de ser muy potente ya que afecta a, prácticamente, toda la población y, además, no sabe de ideologías, ya que para el “gran hacedor” todas ellas están obsoletas, simplemente anticuadas y enclavadas en una época que no se corresponde con la “postmodernidad”. Es cierto, van de postmodernos, envainados en la casulla del conocimiento del bien y del mal, instalados en un futuro que aún no existe, solo unos pocos privilegiados lo conocen, los demás debemos estar contentos, “jodidos” pero gozosos de no estar más agobiados aún. La felicidad se vende muy cara y solo se nos permite “observarla” en una urna de cristal.

¡Podríamos estar peor! Así que, ¡No se quejen!

Cuando nos convencen de que ellos tienen la llave para cerrar o abrir el grifo, acojonan. Aún no estamos en recesión, pero ¡ojo! por poco tiempo. ¡Hoy no! Pero ¿Y mañana? Un mañana que pueden dilatarlo todo lo que quieran, el futuro no es nuestro, pero sí de ellos.

Y usted ¿Qué quiere? ¿Viene a negociar? ¿Sobre qué? ¡No olvide que es un alquilado! Y si ellos quieren lo pueden echar de su casa. Por tanto, siga disfrutando de su cómodo sillón de escay, de su TV de plasma, su futbol y de su cerveza. No olvide que todo lo que tiene no es suyo y que gracias a ellos disfruta de su felicidad, pero, ¡Nunca olvide! la tienen en usufructo. 

Volvamos a la realidad “real”, vivimos en un reino de sombras, nuestros dioses y demonios están ocultos tras el mundo de lo visible. Aunque las amenazas están fuera, también las tenemos dentro de nosotros mismos. Estos miedos junto a los peligros nos acompañan desde el origen del hombre, son inmanentes a la vida humana y el miedo se transforma en un sistema de control social y, en definitiva, del orden social.

Desde la edad media, todo lo que era desconocido infundía un “sagrado” temor a Dios. Cuanto más oculto, secreto e invisible, el miedo aumentaba y permanecía en el tiempo. Hoy día, tenemos otros dioses que están tan ocultos como los primeros y creemos que la realidad está bajo nuestro control, pero sin embargo, somos nosotros quienes estamos en su poder. Decía Norbert Elias que existía la rentable ficción de que somos dueños y libres de nosotros mismos, creencia muy aprovechable puesto que nos tranquiliza y relaja, así nos pueden coger distraídos en cualquier momento. La consecuencia de esa invisibilidad junto a una percepción controlada, genera una pérdida de “pensamiento social” ¡Objetivo conseguido!

Por tanto, el “miedo es el mensaje”. El miedo y su control son un concepto cultural y político, objetivo central de nuestra cultura postmoderna, a través de él, del miedo, consciente o no, se establece un sistema silente para organizar, controlar y regular a los individuos, grupos e instituciones. Para Pierre Bourdieu todos los mensajes que nos llegan a través de los medios audio visuales, no son inofensivos, todo lo contrario, ejercen una violencia simbólica con un grado de perversidad muy elevado, especialmente porque no son percibidos como tales. Además, resalta que el control social es persuasivo, canalizado a través de los medios de comunicación, confundiendo ficción con realidad. Este poder hipnótico, tiene la capacidad social de producir una anestesia, muy rentable para ciertos sectores.

En la era de la globalización, cualquier amenaza local afecta a toda la sociedad, U. Beck la define como la “sociedad de riesgo global”, por lo que cada vez existen más factores que la adulteran, sirva de ejemplo la crisis económico financiera que vivimos desde finales de 2008  y que tiene unas consecuencias globales que escapan a nuestra percepción. Esta economía global y única funciona al socaire del poder económico, cuyas reformas neoliberales afectan a todo el mundo. La adaptación de los “mercados” financieros a la globalización han producido, como si fuera por generación espontánea, la creación de nuevos consorcios que, sin legitimidad democrática alguna, están tomando medidas que deberían corresponder a la “política” y no a los “mercados”. Este poder, apoyado por las nuevas tecnologías de la información, está invirtiendo los ámbitos de la autoridad que emana del pueblo. El enorme avance y desarrollo de las redes de información están sirviendo, paradójicamente, y provocando un enorme retroceso en la sociedad democrática. Los poderes acumulados por el capital son desmedidos y de seguir así, pronto estaremos viviendo en una “nueva esclavitud”, tal y como la define Mayor Zaragoza, ocasionada por una expropiación y abdicación de la soberanía personal.

martes, 15 de octubre de 2013

“NO TENGO NADA QUE DECIR”


¿Cuánto tiempo hace que no nos vemos? Pues, básicamente no lo sé porque no le conozco. ¿Cómo, que no te acuerdas de mí? soy yo. Sí, sí, yo también soy yo y con eso ¿qué me quiere decir? Pues que la última vez que nos vimos, aunque no lo recuerdo muy bien, creo que habrán pasado  unos ocho años, ¿No es así? Le repito que no tengo nada que decir. Bien, déjate de bromas ¿Que has hecho durante todo este tiempo? ¡Nada!. Bueno, bueno, no me lo creo, te habrás casado, tendrás algún hijo. Pues no. Pero ¿Y tu trabajo? No he trabajado nunca. Y, ¿Cómo has vivido? ¿Te has alimentado del aire? No, tampoco. Venga, venga, si no me quieres hablar dímelo, que no te molestaré más. No se trata de eso, no tengo nada que contarle. Pero, ¿Por qué me hablas así? ¿Por qué no me tuteas? somos amigos, ah! ya sé lo que te pasa, me quieres decir que no te acuerdas de nada, que todos estos años que han  pasado tú no los recuerdas, que estás sumergido en el olvido, ¿Puede ser un principio de Alzheimer? Le repito que mi vida no ha tenido el más mínimo interés. Bueno, entonces interpreto que todos estos años has estado encerrado en la cárcel. ¿Por qué dice eso? ¿Acaso tengo cara de delincuente o de criminal? No, pero es muy extraño que no recuerdes nada, te habrá pasado alguna cosa, buena o mala. Tampoco. ¡Joder! No lo entiendo, quieres desorientarme, ninguna persona deja pasar casi dos lustros de su vida sin saber y sin hacer nada. Pues, sí, así ha sido, le repito que no tengo nada que decir.

Estábamos de pie, uno frente al otro y con un frío gélido que se calaba en los huesos. En ese momento empezaron a encenderse las luminarias del parque, la noche iba apoderándose de la poca luz que se traslucía a través de las ramas de los árboles. Aunque la visión no era muy clara si pude observar que mi amigo había cambiado mucho, los surcos de la cara eran más pronunciados y le daban un aspecto muy envejecido, tenía una expresión extraña, no hacía ningún gesto y su cuerpo estaba inmóvil. Tenía un abrigo oscuro muy largo, el cuello levantado hasta tapar sus enormes orejas y se apoyaba en un bastón, o ¿era un paraguas?

Me estaba inquietando tanto que, ahora era yo, el que  no sabía que decir. La primera alegría al verlo se transformó en una gran desorientación y pasé de sentir cierta pena a desasosiego y temor. ¿Por qué se comportará de esta manera tan extraña? ¿Qué secretos esconderá? ¿Habrá tenido un pasado tan diabólico que lo ha olvidado todo por completo? O, quizás simplemente no tenga ganas de hablar ¿Quién sabe?  

Bueno, ¿Qué te parece si nos tomamos una copa para entrar en calor? ¿Si me invita? Caminamos lentamente sin cruzarnos una sola palabra hasta que llegamos a la taberna. Todo estaba a oscuras salvo unas velas encendidas sobre el mostrador. ¡Vaya!, otra vez a saltado el transformador, en esta zona esto es habitual. ¡Bien, pero para beber y morir no hace falta la luz! ¿No cree Vd.? Con cierto nerviosismo respondí ¡Sí, sí, llevas razón! Con mi mano temblorosa levanté la copa y le ofrecí un brindis por el reencuentro.

Antes de brindar quiero que sepa que ha sido Vd. el que me ha traído a este antro, no he venido con gusto y, además, para beber no necesito ningún compañero, estoy mejor solo. Uf! como te ha cambiado el carácter, antes eras una persona alegre y muy dicharachera. Sí, Vd. lo ha dicho, antes. Pero, es que no recuerdas cuando íbamos de juerga, aquellos burdeles que estaban en el otro lado del río con aquellas mujeres apasionadas. ¿No te acuerdas? Siempre se nos hacía de día y teníamos que volver apoyado uno en el otro por las cogorzas que pillábamos. Pues no, no me acuerdo, reconozco que en alguna ocasión he bebido, pero solo vino y nada más que una copa.

Imagino que habrás olvidado aquellas partidas de póker, en alguna ocasión podían durar hasta tres días. No teníamos tiempo ni para comer, solamente nos alimentábamos de Whisky, me acuerdo de las resacas  monumentales que teníamos, de verdad ¿No recuerdas nada? Pues, no, se lo repito otra vez, no.

Vale, vale, tu cerebro está paralizado, creo que tienes un problema con la proteína RbAp48, tu hipocampo, que no sé si sabes es una región del cerebro donde se forman los recuerdos,  está vacío. Sí, lleva razón, no recuerdo nada, especialmente en lo que suceda esta noche, así recordaremos viejos tiempos ¿Por qué no viene a mi casa y allí seguimos la fiesta? Estupendo, ahora sí te reconozco, ¡Este si es  mi amigo!

Caminamos por la cuesta del cementerio y de nuevo me recorrió una especie de calambre nervioso por todo el cuerpo. Pero, ¿Tú no vivías por el molino, cerca de la casa de la Paca? ¿Ya me entiendes, la primera casa de las hijas de la generosidad? Sí, sí, menudas hijas de la filantropía, como follaban eh! Sí, eran muy devotas de su profesión. Pues me mudé hace ya más de quince años. ¿Cómo? Si no hace tanto tiempo que no nos vemos… Por fin, llegaron a un edificio amplio, con un gran portalón de madera y clavos y una cúpula que sostenía una enorme cruz de bronce. Abrió la puerta y entramos en el interior. Pero, ¿Dónde estamos? ¡Esto es una iglesia! Pues sí, has acertado. Quiero que sepas que me confundes con mi hermano, quince años menor que yo y que después de llevárselo a tus juergas y sacarle todo el dinero que tenía, acabasteis en esta parroquia de San Josemaría Escrivá de Balaguer, donde hoy yo soy el párroco o ¡Es que no te has dado cuenta que voy con sotana! 

¿Recuerdas? Tuviste una discusión con mi hermano porque tú querías robar el cepillo y otros abalorios de la iglesia y él intentó impedirlo, entonces lo agarraste de la cabeza y la estrellaste contra la pila bautismal, el pobre sigue en coma, como un vegetal, en una casa de reposo. Pero tu audacia llegó más lejos, vaciaste varias botellas  de Wiski en el agua bendita para beber en ella. Aunque no lo creas te he seguido la pista esperando una oportunidad como esta. En mi parroquia, en la parroquia de Josemaría Escrivá ¡Qué vergüenza!

En un rápido movimiento de Kung-Fu lo agarró de la solapa y le estrelló la cabeza en la pila, con tan mala fortuna que le rompió la base del cráneo. Quedó inmóvil con los ojos abiertos y con un caño de sangre que le salía por las orejas. ¡Hala! Que Dios se apiade de tu alma. Por un momento se quedó mirando fijamente la estatua del santo y le dijo ¡Lo siento Josemaría! “Este era un pollo, no un águila”

 A la mañana siguiente se descubrió el cadáver y la policía interrogó al párroco, este le respondió “No tengo nada que decir”, habrá venido a robar y se ha resbalado con mala fortuna. Dios y mi santo son justos.    

viernes, 4 de octubre de 2013

¡NO PUEDO MÁS!


No quiero ser irreverente pero la crisis actual está “recuperando valores” que estaban olvidados y que deberían seguir enterrados en lo más hondo del muladar. La situación social, política y cultural que estamos viviendo es terrible y está desgarrando el tejido social que antes nos mantenía en cierto equilibrio. Pero los jirones que está provocando, difícilmente podrán recomponerse.
Es natural que el pasado no vuelva, al menos en los mismos términos que lo dejamos, tampoco sería recomendable ni saludable. No debemos cargarnos de añoranza, ni apoyarnos en el tópico y falaz refrán de que cualquier tiempo pasado fue mejor, simplemente porque es fácilmente refutable. De una situación tan desdichada no se puede sacar nada bueno, simplemente porque es el pasado, ya no existe y nunca volverá. Esta es una visión pesimista de la realidad, sin embargo, ¿Podemos invertir nuestro pensamiento cognitivo en algo positivo? como por ejemplo, no hay mal que por bien no venga.
Esta si es una visión optimista de la realidad y que nos ayuda a soportar los malos momentos, siempre se puede extraer alguna experiencia buena de situaciones muy deplorables, incluso de las que nos repugnan como seres humanos, entre ellas la política social que está llevando a cabo el gobierno español sobre los más desfavorecidos, los pobres que, siendo pobres, se están elevando y transformándose en “solemnes”.
¡Qué contrariedad! Los “pobres de solemnidad”.
¿Parece una maldición o un designio divino? ¡Quién me iba a decir a mí, que iba a ver en vida, un papa que arremete contra la Curia! ¿Blasfemia?: “La Iglesia no se debe basar en el proselitismo, sino en ser pobres entre los pobres”, que “Los jefes de la Iglesia han sido narcisistas, adulados por sus cortesanos” e, incluso, va más allá “La corte es la lepra del papado”. En fin, me lo creeré cuando sepamos donde van a parar los 6.300 millones del Banco Vaticano, además del beneficio neto anual de 86,6 millones de euros.
Pero, ¿Qué pasa en España? y ¿Al ministro de Hacienda Montoro? que se ríe cuando anuncia la destrucción de 300.000 empleos públicos afirmando, con cara –natural- de “tonto”, que “había que hacerlo” (2 de Octubre de 2013). ¡Dios mío! ¿Qué hemos hecho para merecer esto? ¿Por qué se sospecha siempre del “pobre”, desconfiando de él porque se aprovecha de la “generosidad” pública? ¿Qué hay detrás de un supuesto ahorro que no es tal? ¿A quién se pretende engañar? Si esperan anestesiarnos por el miedo y transformar la sociedad a sus intereses, están muy equivocados. Cuanto más grande sea la herida, con más fuerza la lameremos y con más fuerza reaccionaremos.
La reducción de fármacos por la seguridad social, el re-copago, incluso en los enfermos hospitalizados con patologías graves, cáncer, patologías crónicas, etc. y, con la gran paradoja de que estos cambios requieren una infraestructura de caja en el hospital que va a costar más de lo que se pretende ahorrar, es incomprensible; las políticas de “desprecio” por el ser humano diferente, con necesidades de apoyo y ayuda por su discapacidad; el pago del transporte sanitario y de las prótesis junto a otras medidas, nos desconcierta porque afecta especialmente a quienes menos recursos tienen . Quizás otro objetivo que buscáis no sea tanto el económico sino el que lleguemos a repudiar de la Política.
¿Por cuantas bandas nos estáis jodiendo? De frente, de perfil, de lado, a este paso nuestra vida se reducirá a ser zombis y aunque estemos aturdidos, resucitaremos y romperemos las cadenas que nos aprisionan a vuestra voluntad.
El principal factor de riesgo de la enfermedad y la muerte es la pobreza y ¿Por qué actúan a este nivel? ¿Qué pretenden? Un país enfermo y pobre tiene un tejido social y activo muy precario. ¿Hasta cuándo hay que aguantar? ¡Nunca saldremos de la crisis! ¿Dónde está la “conciencia” del Presidente de Gobierno? ¡Qué descaro! Este infeliz viaja a Japón y nos vende a los españoles como “carne fresca”, devaluando nuestro trabajo a niveles de esclavitud, ¡¡¡Vengan, vengan a España, podrán hacer un gran negocio, tendrán pingües beneficios y un coste laboral ridículo!!!
La situación está llegando a un nivel de pobreza general que los abuelos mantienen al 27% de los hogares españoles (y son unos cuantos millones de personas), ¡Estamos repartiendo mendrugos! y este porcentaje va in crescendo. ¡Cómo hemos avanzado en España! a la figura del “abuelo canguro” se le ha sumado el de “abuelo banquero”. Son muchos los pensionistas que, solidariamente y por “amor”, están volviendo a sus casas desde las residencias, ¡Hay que volver! Y de nuevo salvar a las familias donde la gran mayoría de sus miembros están en paro. La escasa pensión está recuperando la solidaridad familiar re-integrando a los ancianos a sus domicilios. ¿Qué pasará cuando desaparezca este colchón? Tal y como están actuando también con las pensiones el final está muy próximo. ¡Ay, dinero, dinero, dinero, dinero vil metal… Mensajes de amor de curso legal! (Serrat)
Por más que lo intento y deseo tener una estrategia cognitiva positiva, no lo consigo. Solo se me ocurre mandarle un recado al Gobierno y que estoy seguro lo firmarían muchos españoles:
¡Desgraciados! “Que nunca tengáis reposo en vuestros días y siempre os perseguirán nuestras memorias, memorias”.