LOS RATONES DE LA
MEMORIA
Los “ratones de la memoria” es un
paseo por los rincones del recuerdo o, quizás, un testamento ético o, incluso, porqué
no, un legado de bienes no materiales. Mi infancia no tuvo, desafortunadamente,
referencias de memoria familiar, mi llegada al planeta fue como si me hubieran arrojado
desde una lanzadera espacial, de pronto mi conciencia despertó en un barrio de
Granada que no era ni pobre ni rico, en la diáspora del afecto, en la frontera,
donde tenía que luchar contra todo tipo de tabúes que no alcanzaba a entender.
El miedo fue la leche que me alimentó durante años, el miedo a todo, al qué
dirán, a equivocarme, a elegir los amigos adecuados, al colegio oportuno, a los
pecados capitales y a los provinciales, miedo a descubrir la sexualidad que
estaba vigilada por una mano huesuda, negra, vellosa, con unas uñas largas y
sucias -la mano negra-, presta a clavar sus garras en mi ridículo cuello, en
fin ¡un tormento! Aunque mi infancia no
fue desgraciada, todo lo contrario, muy pronto comprendí que estaba en mi mano y no en la de los demás,
sin saber casi nada y por intuición practicaba el coping por instinto.
Pero esta historia no comenzó
Granada y sí en Doux de Doix, en La Vendée, casi al final de la memoria. Una
historia que es la cronología del recuerdo y poco más. Nació en medio de un
paraje inundado de “neutrinos” donde el tiempo parecía estar suspendido. Su
magnetismo me proporcionó una excusa para mirar hacia atrás, a veces con desasosiego
y otras, con un gran consuelo. Este pequeño rincón de Francia me sedujo y me
ayudó a componer este preludio. Aunque las pesadillas vuelvan a invadir su
lugar, el balance ha sido positivo ya que ha facilitado la liberación de
recuerdos escondidos en el fondo de las galerías y socavones de la memoria y que,
los ratones del recuerdo, han sabido liberar después de tantos años.
Esta hagiografía está analizada
desde la diferencia, desde la desemejanza del resto de los mortales y no precisamente desde la virtud o la sangha, sino desde la visión de un
neutrino insignificante que es capaz de atravesar cualquier cuerpo sólido y
pasar totalmente desapercibido. Por tanto, todo comenzó en una noche oscura y
gélida donde los fantasmas se congregaron en este lugar para recordarme quien
soy. Necesité reponerme y recuperar de nuevo la normalidad y el sosiego
necesario. Pero aquí estoy, dispuesto y tranquilo, olvidando los años de
silencio para ir hacia el futuro una vez que recupere mi pasado. No puedo
dilatar más este compromiso conmigo y con los que me rodean especialmente con
D. Pablo Nieto. El tiempo, mi tiempo, está reclamándome. Es el momento de hacer
balance y este no tendría el más mínimo valor si fuese yo solamente su
referencia. El tiempo, mi tiempo, es también el de los demás, el de los otros,
esos que forman parte de mi biografía y que no existirían sin mí y tampoco yo
sin ellos.
La “memoria”, ocupa un lugar preferente en mis recuerdos, sin memoria no hay conciencia de lo vivido, de la
vida, del amor hacia la vida, del desamor hacia el vacío. La memoria, es el sistema nervioso que
controla y canaliza todas las emociones, sensaciones, olores y colores de cada
sentimiento. Sin memoria no hay vida, solo el olvido.
Memoria y tiempo, no existirían
sin “la conciencia” de vivir, de
sentirse vivo, de transcender de tu propia memoria y del tiempo. Se empieza a
vivir cuando aparece la conciencia, yo la inicié, como Pablo, cuando cumplí los
siete años. Sin embargo, en estos momentos que, he alcanzado el grado
honorífico de abuelo no hay tiempo para la conciencia de todos los acontecimientos.
El viaje es muy apresurado aunque lo interesante de vivir es el camino que hemos
recorrido y el que queda por transitar aún.
No quiero que mis amigos, los
ratones, esforzados en el trabajo de escarbar y arrancar mis recuerdos,
recuperen un interés moral en el objeto del esfuerzo. Por este motivo, no me
gustaría entrar en la «ley» cósmica de retribución o Karma, es decir, la reacción a las acciones buenas o
malas realizadas en el pasado más o menos inmediato. Es inútil y absurdo analizar
los recuerdos desde una perspectiva moral, sería un ejercicio de imaginación según
las “supuestas” leyes del karma, donde cada una de las sucesivas “reencarnaciones”
quedaría, nada más y nada menos que condicionada por los actos realizados. Mi
cinismo me llevaría a la creencia de una justicia universal y perdurable.
Cuando se escarba en los
recuerdos, podemos descubrir episodios del pasado que nos ayudaría a una mayor
conciencia de las acciones que han podido determinar nuestro presente. A veces,
el itinerario de nuestra vida, queda oculto entre la maleza del olvido y
siempre es positivo reconocer este camino, aunque haya que realizar una poda
radical para dejar al descubierto las partes esenciales de la memoria. Hay
recuerdos que quedan ocultos y apartados ante la mirada de los demás y la
propia, se difuminan la forma y el color, pero están ahí. Que no se perciban,
no significan que no existan, son tan reales como la lluvia y los aderezos no
dejan de ser precisamente eso, adornos para la confusión.
Más sobre mí
Gracias por comenzar este blog :)
ResponderEliminarTu experiencia, aunque tuya, puede reflejar la vida de muchos y de muchas personas...
Todos viajamos en el mismo tren y siempre es un placer y constructivo, conocer las peripecias y vivencias de alguien como tú...
Tienes muchas cosas que contar y lo haces muy bien ;)
Sigue así :)
Muchos besos
Querida Carolina, las gracias te las doy yo a ti. Has sido y eres mi maestra, mi amiga, mi amor, te quiero mucho. PP
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